martes, 14 de febrero de 2012
Microrrelato.
En un atardecer triste y oscuro meditaba yo débil y abrumado cuando, escuché un ruido de pronto como si estuviesen llamando suavemente a mi puerta. En ese momento... abrí la puerta y vi a un señor montado en un burro. Les hice pasar y como tenían mucha hambre me puse a servir la sopa. El señor me contaba que el burro tenia la habilidad de recibir un montones piropos sin ponerse rojo. Lo probé y lo que dijo el hombre era verdad. Ese burro me gustaba mucho pero al final se tuvo que ir con su dueño.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario