martes, 24 de enero de 2012

cuentos de ingenio


La Molondrona

-¡Buenos días!
- ¡Buenos días! – respondieron los niños levantándose de sus asientos -.
- Hoy tenemos un nuevo alumno, a él le llaman Andrés, y ocupará el puesto vacante que está al lado de Luisito.  Espero que lo traten bien, se hagan buenosamigos, además de ayudarse mutuamente.
La maestra tomó la tiza del escritorio y dijo:
- La clase de hoy es de Historia Patria, tomen lápices y cuadernos para que copien lo que voy a escribir en el pizarrón: Los símbolos de nuestra patria son: El escudo, la bandera y el himno nacional.
            Luisito era un niño extrovertido, curioso, impulsivo, con una imaginación súper fértil.
            Andrés tenía el mismo carácter de Luisito, pero siendo más reposado, podía controlar sus impulsos.
- Luisito -  dijo Andrés – cuando salgamos a recreo te voya enseñar el regalo que me trajo mi papá, para que juguemos.
- ¿Y qué es el regalo? ¿Un trompo?,¿Un carrito?, ¿Un yoyo o un gurrufío? –preguntó Luisito-.
- No es nada de eso –dijo Andrés-.
- Entonces, ¿Qué es? –insistió Luisito-. Enséñamelo, quiero verlo ya.
- No puedo, nos regañará la maestra–argumentó Andrés-.
            Los niños hablaban tan quedo, tan bajito, que apenas se oía como un susurro.
- ¡Ya dejen de cuchichear y presten atención a la clase, o no saldrán a recreo! –dijo la maestra-.
            Andrés y Luisito hicieron silencio y guardaron compostura.  La clase continuó por un lago rato, hasta que: Riiiiiiiiiiiing,   se oyó sonar el timbre de salida a recreo.
            Luisito salía siempre corriendo para apoderarse del banco de cemento que estaba cerca de la pared, dicha pared había sido pintada de blanco y rematada con tejitas rojas.  Todos los niños de la escuela la usaron como mural, haciendo dibujos, grafitos, poniendo sus nombres y todo cuanto se les ocurrió.  Entre el banco y la pared había un hermoso árbol Araguaney en plena florescencia, los pétalos de sus flores parecían hechos de finas laminillas de puro oro, pues cuando daba de lleno en ellas el sol, su color, amarillo pollito, refulgía como una fogata encendida.
            Luisito corría detrás de Andrés repitiendo siempre lo mismo.
-¡Quiero ver el regalo! ¡Quiero ver el regalo!
            Los nuevos amigos llegaron primeros al banco, se sentaron a horcajadas y pusieron entre ellos sus respectivas loncheras. Luisito continuaba con su estribillo.
-¡Quiero ver el regalo! ¡Quiero verel regalo ya! ¡Enséñamelo!
- Espera un poco –contestó Andrés-espera que te avise.
            Extrajo del bolsillo de su guarda-polvos una bolsa de papel marrón y de ésta un saquito de tela blanca, cuya boca estaba cerrada por un pedazo de cordel.  Desató el cordel, metió la mano y sacó su puño cerrado.
-¡Quiero ver el regalo! ¡Quiero verel regalo! –repetía Luisito ansioso y ya desesperado-.
- Espera que te avise –contestó Andrés sonriendo con malicia-. Cierra bien los ojos y abre la manoderecha.  Cuando te diga ¡Ya!, los abres.
            Luisito hizo lo que Andrés le pedía, cerró fuertemente los ojos y abrió su mano derecha con ansiedad.
- ¡A la una, a las dos, a las dos y media y a las tres! ¡Ya! ¡Ábrelos! –exclamó Andrés y le dejó caer en la palma de la mano el regalo que le había dado su papá.
            Luisito abrió los ojos diciendo con sorpresa y asombro:
- ¡Una molondrona! ¡Que bella es!–la tomó entre el dedo índice y el pulgar de la mano izquierda y se fue al centro del patio para verla frente al sol. La contemplaba fascinado, hipnotizado y repetía:
- ¡Que bella es! ¡Que bella es!
            Embelesado permaneció Luisito por algunos minutos. Y no era para menos, aquella metra tenía un color azul cielo, un cielo muy claro, tan nítido como esos en los que no circula ni una madejita de nube. 
Como ya sabemos las metras son de vidrio y era lógico que brillase al sol, pero Luisito veía mucho más que el brillo del vidrio, pues su imaginación se desbocó como un caballo asustado que corre a galope tendido, sin freno.  Luisito creía ver salir de la espiral de la molondrona culebritas de colores; gusanitos, con bombines y bastones bailando salsa; cerbatanas con lentes ahumados para el sol; cocuyos con muchos faroles encendidos en sus patas; libélulas o caballitos del diablo gigantes, que como aviones hacían acrobacias, que subían alto, alto para luego caer en picada dando vueltas sobre si mismas, y después llegar muy bajo formando el tirabuzón.
De repente echó a correr como si de pronto se le hubiese presentado una emergencia.  Llegó hasta el banco donde Andrés estaba muy tranquilo viendo las metras.
- ¿Tú sabes cómo fabrican las metras? –preguntó-.
            Andresito saltó del banco, y caminando de un lado para otro, como el profesor cuando explica una clase un tanto complicada, con orgullo y con el pecho levantado como un gallo cuando va a cantar, lanzó estas palabras.
- Claro que lo sé, mi papá me lo contó el otro día, él me dijo que cuando llovía de un  lado y del otro pegaba el sol sale elarco-iris y, que cuando escampa el viento sacude con fuerza muchas de las gotitas de agua, que salen saltando hasta caer sobre el arco-iris, y ellas, al rodar sobre sus franjas, ruedan y ruedan y se convierten en metras de colores porque se llenan de sus pinturas.
            Luisito no quedó conforme con esta explicación y le dijo a Andrés:
- Yo quiero saber cómo hicieron la molondrona, cómo le pusieron ese rollito de colores en el centro y…, como  pudieron pintarla de azul cielo de adentro para afuera.
- Eso fue muy fácil-contestó Andrés- me dijo mi papá que el viento volvió a sacudir  y una gotita de agua muy chiquitita que estaba por ahí fue a caer en el lomo del arco-iris, resbaló hasta llegar a la última franja, trepó, de nuevo volvió a resbalar,  una y otra vez en forma de zigzag se enrrolló en si misma, se torció y quedó hecho el espiral...  Así dijo mi papá.
- ¿Y como la pintaron de adentro hacia fuera? –insistió Luisito-.
- Muy fácil –dijo Andrés- el rollito cayó  en la franja azul y rodando, rodando se fue envolviendo con ese color, y fue creciendo y engordando, hasta que al llegar al final del arco-iris cayó en la olla del tesoro que está al final del arco-iris.
            Luisito muy entusiasmado por esa noticia le dijo a Andrés:
- Entonces, yo tengo un tesoro, tu sabes, mi mamá me dijo ayer:”toma esta ollita para que guardes tu tesoro.  A mí no me sirve en la cocina, porque se mecayó y se le hundió la frente”.
-¡Que casualidad!–saltó Andrés- mi papá me dijo casi lo mismo que a ti.  La otra vez me dijo: “Toma la poncherita que usaba para mojar la brocha con agua de jabón para afeitarme, No me sirve, ya que al caerse le salieron dos ojos, que se les abrieron dos huequitos y por ellos bota el agua.
            Mientraslos niños hablaban de sus cosas, jugaban a las adivinanzas con las metras.  Andrés con la mano cerrada preguntó:
-¿De qué color es la metra que tengo aquí?
-Déjame ver…-dijo Luisito, y luego-¡Es marrón! Contestó.
-¡Perdiste otra vez! Es verde, me toca volver a jugar. Respondió Andrés burlón.
Siguieron sacando canicas y adivinando, de pronto Luisito dijo:
- Ésta no cayó en el arco-iris.
- No –contestó Andrés- esa cayó en el Zulia, en un pozo petrolero, por eso es tan negrita.
- Y que bella es –aseveró Luisito-parece una parapara.
- Sí hombre es igualita-confirmóAndrés-.
            Siguieroncon sus adivinanzas.  Luisito sacó otra metra diciendo:
- Ésta tampoco cayó en el lomo delarco-iris.
-Tampoco, -dijo Andrés- esa fue a dar al llano y terminó en el fondo del tobo de un ordeñador.
- ¡Ah! Por  eso es que tiene el color de la leche, si-dijo Luisito-.
            Los niños siguieron jugando, cuando quedó la última metra en la bolsa le tocaba a Luisito y con voz de quien todo lo sabe
- Ya sé donde cayó esta.
- ¿Dónde? –preguntó Andrés-.
- En la jarra de café con leche que mi mamá puso en la mesa para el desayuno –contestó Luisito-.
- Ah! Por eso es color café con leche.
            Al paso que los niños iban adivinando el color de las canicas, las dejaban caer en el saquito de tela blanca.  De repente dijo Luisito:
-Yo quiero comerme ya la merienda
-Espera-contestó Andrés- tengo que torcerle el pescuezo a la bolsa para meterla dentro del saco.
            Luisito se echó  a reír a carcajadas, diciendo:
- Ni que las bolsas fueran gallinas para tener pescuezo.
- Es que acaso ¿las ollas tienen frente? –dijo Andrés-.
- Ni las poncheras tienen ojos por donde llorar lágrimas de jabón -sentenció Luisito-.
            Cuaj,cuaj, cuaj, cuaj. Rieron juntos los amiguitos. Riiiiiiiiiiiing,     sonó el timbre para el fin de recreo.  Luisito dijo:
- Corramos, rápido.
- Espera – le dijo Andrés- recoge tu lonchera.
            Ambos estaban comiendo sus meriendas y corriendo, comiendo y hablando.  Andrés dijo:
- Que lástima, no pudimos jugar a las canicas.
- A mí no me importa, yo quería saber cómo fabrican las metras, además jugamos a las adivinanzas con ellas–respondió Luisito-.
- Sí, pero yo quería jugar rayo–dijo Andrés-.
            Corrieron hasta llegar a la puerta del salón y se sentaron muy circunspectos.
- Continuemos con la clase –dijo la maestra- habíamos quedado en que los símbolos patrios son: la bandera, el escudo y el himno nacional.
            Lamaestra siguió la clase por un largo rato hasta que… Riiiiiiiiiiiing,     sonó el timbre anunciando el fin de la clase.
- Recoge rápido las cosas y corramos, -dijo Andrés a Luisito-.
            ¿Para qué, o  por qué corrían los muchachos?  Porque hicieron una apuesta:quien entre primero a su casa se lleva la molondrona.  Como vivían en la misma cuadra y corrieron a igual velocidad, entraron a sus casas al mismo tiempo.
            Y colorín colorado estos cuentos no han terminado, pues, mientas exista una maestra o un maestro, una escuela con un patio donde los niños puedan jugar y echar a volar la imaginación, los cuentos no tendrán fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario